Llegará el día en que pienses: "hasta aquí", "se acabó", o "fin del juego". Da igual la forma en que lo digas, sigue significando lo mismo. Todo el mundo tiene su paciencia. Algunos más, otros menos. Gente que no soporta esperar, o personas que te aguantan demasiado tiempo, como si cada día la cuenta empezara desde cero otra vez. Amigos que se desesperan a la mínima, antes de que empieces a inventarte tus películas; o desconocidos que te escuchan durante horas y no parece que tus castillos les aburran. Todo se trata de saber escoger, de aprender de los errores. Puedes confiar en alguien y después darte cuenta de que no le importas, que sólo está ahí por puro interés. O puedes ignorar a alguien y luego comprender lo mucho que te puede aportar. No hay que precipitarse. Cada cosa a su tiempo. Soy de las que piensa que tanto las cosas buenas como las malas, suceden por algún motivo. Las buenas, para hacernos felices, para pasar momentos inolvidables, para querer a quienes pensamos que se merecen ser queridos. Las malas, para levantarnos de las caídas, para no tropezar dos veces con la misma piedra, para dejar de querer a aquellos que finalmente demuestran no merecerlo.
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