Muy queridos míos:
Siento la tardanza. La espera fue lenta y larga. Siento las horas sin dormir, y las lágrimas sin un porqué, sin ninguna razón. Siento la nostalgia y el abatimiento, el dolor y la tristeza. Ayer oí a mamá llorar. Oí cómo se levantó, se volvió a tragar las lágrimas y dibujó una mueca intentando imitar una sonrisa. Imagino que pensó en vosotros. En aquel día y en todos los días. Imagino todo lo que una persona como ella puede echar de menos. Muchas veces se me olvida que es persona antes que madre y que esconde la tristeza bajo miradas de cariño.
Siento no nombraros más a menudo. Ya casi no recuerdo tu cara de niña buena y despreocupada y tus gracias tan pícaras y sin maldad alguna. Siento eso también. Y en realidad, lo que más siento es tener que ver las fotos para recordar vuestro rostro…
Rezamos, cada día, echamos de menos, cada uno de manera distinta: Mamá, pide que nos devuelvan la vida, esa minúscula parte sin significado para el mundo y con tanto significado para nosotros. Tu hijo pide reencontrarnos, juntarnos de nuevo y continuar avanzando. Y yo… Yo sólo pido que vuestra imagen se haga imborrable en mi mente, que recuerde cada olor, cada mirada y cada sonrisa, cada tontería y cada beso. Buscamos y pedimos cosas imposibles…
Seguimos nuestra vida donde vosotros la dejasteis. No buscamos venganza, no odiamos, sabemos que eso no es vivir, tú nos lo enseñaste. Yo, sólo tengo la esperanza de saber que, en alguna parte, la persona que os arrebató la magia de vivir pague por todo el daño causado, por todas las lágrimas derramadas.
Siento no teneros, lo que más siento de todo.
Esperando que un día, la vida nos vuelva a juntar.
Atentamente: Ángela Erika Aguilar Sánchez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario